Educar en valores: la igualdad de género
Cuántas veces hemos oído o incluso dicho estas frases:
“Se oyen gritos en el parque: un niño y
una niña se han caído de una rueda que iba toda velocidad. Felizmente,
ninguno ha resultado herido, pero se han hecho daño al caer al suelo. El
padre de la niña corre a levantarla, la consuela y saca unos pañuelos
de papel para limpiarle las lágrimas. El padre del chico lo coge en sus
brazos, le hace una carantoña, lo abraza y le dice: ¡vamos, no llores
como una niña, que tú eres un chico!
Carmen quiere hacer boxeo tailandés: su
madre le dice que eso es cosa de chicos. Pedro baila claqué, ¡le
encanta! sus amigos le dice que una nenaza, que la danza es cosa de
chicas. María está en un equipo de fútbol femenino, juega muy bien y
mete muchos goles, Sus amigos dice que es un verdadero chicazo. A David
le encanta peinar a las muñecas de su hermana: a su padre no le gusta
demasiado, y David se ha dado cuenta de que cada vez que lo hace, su
padre le propone jugar al scalextric para que deje de jugar a las
muñecas… “
(“Los chicos y las chicas” – Brigitte Labbé – Michel Puech)
Uno de los objetivos de la educación es enseñar a nuestros hijos a comportarse
según los valores y pautas socioculturales existentes, es la base para
inculcar cualquier conducta o hábito. Para ello,
el principal papel lo desempeña la familia y se continúa en la escuela.
Hoy día resulta difícil mostrar a los más pequeños el gran problema de
la desigualdad entre hombres y mujeres y tratar de inculcar valores que
trasmitan que todas las personas tienen los mismos derechos, pero para
erradicar la violencia de género es imprescindible comenzar por educar a
los niños desde pequeños en el respeto hacia los demás.
En la familia es el primer lugar donde se perpetúan los roles que la
sociedad ha establecido para hombres y mujeres. Numerosos estudios nos
demuestran las diferentes actitudes, comportamientos, actitudes etc. que
tienen con sus hijos o hijas según su sexo: a las niñas se les potencia
la sensibilidad, el miedo, la obediencia, la dependencia, la
afectividad. A los niños la agresividad, la competitividad, la
independencia…
Incluso en la escuela algunos educadores y
educadoras no se comportan igual con chicos y chicas. Desde la infancia
ellos y ellas también han recibido mensajes sexistas en todos los
ámbitos de la vida, y por tanto, transmiten inconscientemente lo que han
aprendido.
A veces, los juicios de valor y el
discurso del profesorado están mediatizados por los estereotipos
tradicionales; pueden ser propensos a detectar aquello que están
esperando encontrar, por ejemplo pueden tender a creer que las niñas son
más constantes y menos intuitivas que los niños, más ordenadas, más
trabajadoras, más responsables, más maduras …
¿Cómo podemos empezar?:
Fuente: En Clave de Niños Porque los mayores no nacemos sabiendo …